domingo, 31 de marzo de 2013

Otro pedazo de la magia de Venecia

Como siempre lo mejor se deja para el final y eso también pasó con Venecia. No tiene nada que ver con que todos los demás días lloviera como si Dios buscara un nuevo Noé, no, ¡por favor! ¡Claro que no! Es sólo que Venecia tiene que ser el punto final de un gran viaje para dejar un buen sabor de boca gracias a los hálitos de magia que a veces le da por respirar. 

Venecia nos recibió nublada y fría, y dejó que, pasando por el Rialto, nos perdiéramos por sus calles (como es OBLIGATORIO) de camino a la Plaza de San Marcos, que para ventura o desventura nuestra, según como se mire, estaba parcialmente inundada. Magia o fastidio, depende de cómo se vea, supongo. Los turistas japoneses a millares sí que eran fastidio y punto, sin lugar a dudas. 

Nos paramos frente al Orologio y la Torre del Campanario, visitamos la Basílica, rodeamos el Palazzo Ducal, nos sacamos fotos con el Puente de los Suspiros detrás, observamos la laguna desbordada de Venecia y la isla de San Giorgio Maggiore detrás de una hilera de góndolas cubiertas por una lona azul. 

Campanile di San Marco

Laguna de Venecia
Puentes y canales
El viaje a Venecia, como no podía ser de otra forma, estuvo acompañado de una compra de máscaras, de un helado mientras la temperatura bailaba por los cero grados, de un viaje en góndola… Bueno, casi, cogimos el traghetto, la góndola de los pobres. Pero pudimos ver un canal plagado de ellas con sus gondoleros hablándose a voces, riendo y cantando. Vamos, lo dicho, magia veneciana.
 
Venecia desde el traghetto
Un pedazo de cielo azul sobre una Venecia que estuvo todo el día nublada
La magia de Venecia


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