domingo, 25 de noviembre de 2012

Navidad, oh, dulce, muy dulce, diabética, Navidad

Por todos es sabido que no me gusta la Navidad (y si no lo sabías, ya te lo digo yo: no, no me gusta la Navidad y el Grinch a mi lado es un aficionado), pero ayer me gustó un poquito... y lo digo así, con la boca pequeña no vaya a ser que se gafe. 

Como en todas las ciudades del mundo, en Padua la Navidad llega a las calles mucho antes de que Papá Noel se ponga a dieta para volver a entrar en el traje. Concretamente, a esta ciudad que durante este año es mi hogar, la Navidad llegó hará unos diez días, cuando apareció un lazo rojo gigante sobre la fachada de uno de los edificios del complejo hospitalario y creció de golpe y porrazo un pedazo de abeto de Navidad en frente del Palacio del Bo. Ya se venden polvorones en los supermercados y la gente se pone esos jerseys caseros con rombitos taaaan monos (ironía MODO ON) y si caminas por el centro puedes toparte cara a cara con un mercadillo navideño... ¡Y, eccola, esta es la parte de la Navidad que me empieza a gustar!

¿Y por qué un mercadillo de Navidad me puede gustar tanto como para acabar mandando un montón de christmas a casa? Primero y más importante: porque no había villancicos. Y segundo, por esto:



¡CHOCOLATEEEE!

Yes, ladies and gentlemen, estamos hablando de un mercadillo 100% comestible, 99% chocolate (1% mazapán), del infierno de los diabéticos, de la perdición de Hansel y Gretel, de mi mejor sueño hecho realidad, del paraíso de los golosos... ¡del mercadillo navideño perfecto! ¡Ay! Que se me escapa una lagrimita y todo... Venga ya, termino aquí, que voy a echar las felicitaciones de Navidad al buzón.

Buon Natale a tutti!

PS: ya tengo mi calendario de Adviento eeejejeje.

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