viernes, 14 de diciembre de 2012

Erasmus en diferido: Nieva wiiiiiiiiiiiiiiiiiii

La primera vez en mi vida que vi nevar fue la tarde del 7 de diciembre. Y para ser sinceros, antes de verla la sentí cayendo contra mis pómulos y metiéndose en mis ojos. Acababa de salir de clase e iba en bici hacia la residencia, dispuesta a pasar una bonita tarde de invierno estudiando para mi examen de uronefro, así que debían de ser las 15.30, cuando el primer copo, ligero, sutil y algo frío se me enredó en las pestañas... y nadie pudo quitarme la sonrisa de la cara durante todo el camino hacia casa. Ni durante esa tarde cuando salí a hacer el estúpido bajo la nieve y a abrir la boca cara al cielo para saborear la nieve, tal y como me había dicho una erasmus finlandesa que debe hacerse en tu primera vez (con la nieve, ¡se sobreentiende!). Sabía a agua fría con Nesquik... aunque quizás eso fuese algo culpa mía porque me acababa de beber un Nesquik... Tampoco se me borró la sonrisa de la cara en mi primera guerra de bolas de nieve a media noche (con el pijama debajo de los vaqueros y el abrigo) o cuando hicimos nuestro primer muñeco, a pesar de que habíamos usado casi toda la nieve para acribillarnos...

... y es que cuando una ve la nieve por primera vez a los 21, vuelve a la infancia y se pasa todo el día con una banda sonora navideña resonando en la cabeza.




Las vistas desde mi ventana esta mañana
Il pupazzo di neve
La Ederle a medianoche después de bombardearse con nieve.


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