sábado, 25 de mayo de 2013

FIESTERA ENFURECIDA

Sé que siguiendo la estela de todas los BLABLABLA ENFURECIDOS de Twitter debería escribir este post en mayúsculas, pero es que yo me indigno en bajito. Eso sí, cabreada, decepcionada, enfadada, estafada, asqueada y un otro montón de cosas acabadas en -ada... un rato. Así que no os dejéis engañar por el formato (y sin haberlo deseado me ha salido un pareado).

Hoy era la Fiesta de Medicina... ¡la famosa Fiesta de Medicina!: una nave industrial, seis mil personas, grupos, música, DJs, barra libre por 15€... Hay incluso quién me dijo que era la fiesta del año. Yo claro, como no me fío y soy muy mía les pregunté que dónde quedaba la fiesta en mi escala de San Lucas-Dentista. Donde el 10 es San Lucas y el 0 ir a quitarse las cuatro muelas del juicio de golpe al dentista. Pues no van los jodíos y me dicen que a San Lucas no llega pero casi, casi... ¡JÁ!

Para aquéllos que no lo sepáis, San Lucas es la fiesta de Medicina que se organiza en la ULPGC (y si no me equivoco en muchos otros lugares de España). Se celebra cerca del día de San Lucas porque éste es el patrón de los médicos y es tan legendaria esa fiesta que es mi referente a la hora de medir todas las demás. Contaría más, pero todo lo que pasa en San Lucas se queda en San Lucas.

Éste es el vídeo promocional de la fiesta:

Y éste el resumen de la fiesta del año anterior:

¿A que no tiene mala pinta?

Pues eso pensé yo. Es más salí de casa con la mejor de las actitudes. Es decir, dejé el móvil en la residencia porque pensaba beber tanto como para que tenerlo fuera más peligroso que no; puse una caja de aspirinas y dos botellines de agua en la mesilla de noche, el estuche de las lentillas a mano y me vestí con un escote de ésos que hacen que enseñes casi hasta el alma. Vamos, la actitud justa para alguien que hace casi un mes que no sale, que tuvo un examen ayer y que pretende volver a casa reptando.

Pues nada, de esto que llego a la fiesta a las 10 (empezaba a las 9 pero por todos es bien sabido que sólo los pardillos llegan a su hora a las fiestas), y como manda la tradición lo primero que hago es ir a la barra a por mi vodka-naranja (a falta de Clipper es lo que toca). Y los gentilísimos estudiantes de sexto me dan una cerveza y me dicen que el alcohol de verdad lo sacan a partir de las 11. Bueno, vale. Fastidia. Pero es tolerable.

A las 11.20 empezaron a servir alcohol del que mola (y eso es relativo, porque las botella de ginebra no tenían ni etiqueta y eso sabía a matarratas) y me acerco yo a la barra muy ilusionada a por mi deseadísimo vodka-naranja (que no tenían naranja) y como estaban muy liados, después de 20 minutos de esperar, me endosan un gin-lemon (que a mi la ginebra me deja una resaca mala, mala, malísima) y pista.

A las 12.15 no quedaba nada de alcohol. Según mis amigos medicuchos padovanos eso nunca había pasado. Yo estaba demasiado cabreada con los 15 € que me había costado una caña mal tirada y un gin-tonic y no me lo creí.

A las 12.20 me hacía pis e intenté ir al baño. Ahí es cuando me di cuenta de que sólo había dos malditos baños para las supuestas sis mil personas de la fiesta y que se te podía ir la vida (o una hora y media según testigos) intentando vaciar la vejiga. 

A este punto tengo que comentar que cuando yo decido ir al baño estando de fiesta, con los hediondos que pueden estar esos baños, es que hace ya tiempo que he sobrepasado el límite de mi aguante. Una hora y media de espera NO era una posibilidad. Así que salí fuera para, como buena mujer de recursos, ir a hacer pis detrás de un árbol o un coche (tod@s lo hemos hecho así que no me miréis mal, que si hay necesidad hay necesidad). Pero qué va. Doscientos seguritas controlando que la gente no meara donde no debía.

A las 12.30 me hice con una botella de agua. Porque vale que me hacía pis, pero también me deshidrataba.

A la 1.15, después de 45 minutos de escuchar las mismas 5 canciones en bucle, recibiendo pisotones y sobeteos con niveles de alcohol tan bajos en sangre que podía decir "el cielo está enladrillado quién lo desenladrillará el buen desenladrillador que lo desenladrille buen desenladrillador será" de corrido y haciendo el pino puente y con la vejiga a punto de reventar, decidí mandarlo todo a tomar viento e irme a casa. E iba tan sobria que ni siquiera me costó encontrar la bici, el camino a casa o pedalear recto, que son tres cosas que normalmente me cuestan horrores cuando bebo.

Y en serio que tenía la intención de hacer la máxima crítica positiva de la fiesta, pero que va. No hay por dónde cogerla... En lugar de decenas de personas potando en un rincón, que es lo que se espera de un macroevento de esta envergadura con supuesta barra libre, 1 de cada 4 personas estaba hablando por Whatsapp. ESO debería daros una pista de lo pedazo de coñazo de fiesta que fue.

Entiendo que detrás de esta fiesta ha habido gente que se ha esforzado e ha intentado dar lo mejor de sí para sacar el evento adelante y que es probable que los planetas se alinearan para que demasiadas cosas salieran mal... Pero eso, que no soy capaz de imaginarme donde han acabado los 90.000 € (15 € x 6000 personas, que se dice pronto) de las entradas. ¡Y vale que parte fuera para beneficencia, pero que tampoco estoy contando con lo que se ganaron vendiendo sudaderas y camisetas!

¡Jope, que yo ya no sabía qué cara poner cuando me venía un compañero de clase a preguntarme si me estaba divirtiendo! ¡Que me aburría tanto que me puse a hablar en alemán con los amigos alemanes con los que fui a la fiesta (que por cierto, después de 4 años sin hablarlo lo recuerdo mejor de lo que pensaba...)! 

Y ya está. Ya no me indigno más. Que sólo estaba haciendo tiempo hasta que se me secara el pelo porque al llegar a casa he tenido que ducharme, pues apestaba a tabaco que daba asco ya que la gente hedionda no paraba de fumar dentro del local. Mola mogollón la ley anti-tabaco italiana. MOGOLLÓN.

Buenas noches queridos. Besitos indignados para todos.


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Actualización (10 minutos más tarde): acabo de conectarme al chat del Facebook y he visto online a mucha gente que se supone que debería estar en la fiesta. O es tan coñazo que se ponen a hacer el tonto con el móvil o no soy la única que se ha ido a casa pronto.

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