martes, 2 de abril de 2013

Tio Pepe: mi primera crítica culinaria

Hoy voy a hacer una crítica culinaria, pero como en realidad no he hecho una crítica de este tipo en mi vida y mi exquisitez de paladar se reduce a un "si es comestible mola", voy a dejarlo en que me voy a poner a hablar de un restaurante al que fui el otro día y ya.

El sitio en cuestión se llama TIO PEPE y está en Padua, ¡cómo no! (Via Giovanni Battista Tiepolo, 45), y aunque por el nombre nos pueda hacer pensar en un bareto de tapas o un Ca' Ñoño a la italiana, nada más lejos de la realidad. Vale, que sí, que en la barra te puedes tomar unas tapitas y unas cañas, pero lo que es el restaurante en sí, es un sitio de los de punta en blanco y carteras rebosantes.

Tio Pepe es un restaurante especializado en comida sarda y, aunque me parece que tienen un carta (bastante breve y sin marcar los precios en ella), el día que yo fui a cenar no fue así, sencillamente nos ofrecieron unos entrantes, un primer plato y a elegir entre dos posibles segundos. Que no me quejo, pero cuanto menos es curioso.

Ese día, de antipasti disfrutamos de una gama de quesos sardos, cortados y servidos por uno de los dueños del local (supongo que sería Pepe) en nuestra propia mesa, y después una tabla (literalmente era una tabla, un cacho de corteza de árbol que servía como plato) de embutidos y verduras cocidas, también todas de Cerdeña.

Quesos

Tabla de embutidos y verduras
De primer plato nos ofrecieron un tris de pasta. Es decir, que probamos tres tipos de pasta distintas: unos ravioli de ricotta, un tipo de pasta a la salsiccia y uno distinto con carne de oveja. Y estaban las tres buenísimas a más no poder. Es más, ahora mismo no podría decir si me gustó más el queso suave del ravioli, el sabor curioso de la oveja o el ligero picante de la pasta con la salsiccia.

Primer plato

Como estábamos ahí para cenar y en mi familia somos de cenar ligero (menos mi hermano. Mi hermano cena como una mujer embarazada de octillizos), no llegamos a pedir ni segundo plato ni postre. Aunque si no recuerdo creo que de segundo una de las alternativas seguía siendo carne de oveja. La otra, ni la escuché. Y los postres eran todos de elaboración caseras.

Bueno, en síntesis: la comida estaba exquisita. Rica, rica. De verdad. El servicio fue cuanto menos curioso y muy bueno. Los dueños estuvieron todo el tiempo atentos y sonriendo, y Pepe (a lo mejor no era Pepe, pero yo voy a creer que sí), no paraba de bromear y contar anécdotas de su tierra sarda (con su acento-dialecto también sardo lo cual le dio emoción a la cosa, por decirlo de alguna manera. Que me perdí la mitad de los chistes, por decirlo de otra).

El local, por su parte era muy bonito: pequeño, pero con una enorme cristalera con vistas a la galería que daba sensación de más espacio, mesas pequeñas, cuadradas y colores rojos en los manteles y negros en las sillas; botellas de vino en las paredes y velas sobre las mesas para ambientar. Realmente, podría ser un restaurante muy de tipo cita romántica si te lo puedes permitir. Porque como comenté antes, el local es para gente con carteras rellenitas, ya que una comida completa (entrantes, primero, segundo y postre) puede salir a unos 60€ por barba (con entrantes y primero lo dejamos en 30). Y eso no es poco dinero tratándose de Erasmus, pero en fin, una vez al año no hace daño.

Ah, dato importante, no admiten tarjeta de crédito. Sí, fue simpático pagar una comida para tres en efectivo habiendo ido sin saberlo... sí, simpático.

En mi próxima entrega de esta sección de "Zampando de Erasmus" hablaré de Birrolandia. Bueno, qué más da, hablo ahora. Cervezas de todas partes del mundo. Sándwiches ricos. Fritos espectaculares. Local cuanto menos curioso y no está plagado de Erasmus (lo crean o no, encontrar un sitio de estas características en Padua no es una cosa fácil). Precios un poquillo elevados a mi parecer para ser el tipo de sitio que es, pero hay cervezas para todos los bolsillos así que si no te vuelves loco sigue siendo un sitio baratillo (no como Tio Pepe) y al menos no es el típico sitio de Spritz de siempre.


PS: quiero dedicarle esta entrada a mi única amiga chef, Paca Chochosky, que además, todavía me debe una cena que incluya tiramisú de plátano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario