En algún momento
de la compra de billetes para volver a casa mi cerebro se colapsó y dejó de
trabajar como el de una persona normal y decidió que el vuelo de las siete de
la mañana era una buena idea porque así llegaría a casa casi a la hora de
comer. El problema es que se olvidó de procesar que los aviones salen desde
Marco Polo, en Venecia, y no desde Padua y que la primera guagua para el
aeropuerto sale a las seis de la mañana y la última a las ocho de la tarde.
Así que aquí
me encuentro hoy, pasando la noche en el aeropuerto de Marco Polo, para no
perder mi vuelo a Madrid de las 7.30 a.m., con sólo un sándwich de tomate y
mozzarella en el estómago y mirando a ratos a un cartel que pone “estintore
nº113” y a ratos escribiendo estupideces.
No puedo facturar
porque los mostradores están todavía cerrados y mi maleta me está sirviendo
como mesita para apoyar los pies. No puedo dormir porque los bancos de metal
del aeropuerto son lo peor del mundo para conciliar el sueño (a pesar de que
haya dormido sólo seis horas en dos días) y la pequeña siesta que ya me eché me
va a costar una tortícolis de campeonato mañana. Tampoco se puede dormir sencillamente
porque NO SE PUEDE: hace unos minutos sólo que han pasado por aquí tres carabinieri pidiéndome la documentación
y los datos de mi vuelo (verificando que salía por la mañana) y recordándome
amablemente que el aeropuerto no es un hotel. Hace dos horas que me cansé de
charlar con la chica siciliana que se sienta a mi lado y, además, mis
compañeros de nocturnidad están en la otra parte de la terminal, donde están
los enchufes (aquí no hay), agazapados viendo películas en español que a mí no
me apetece ver. No hay WiFi, la batería de mi portátil y mi móvil tienen las
horas contadas (por lo que ya me puedo ir olvidando de Facebook o de un maratón
de cine italiano. Yupi) y no puedo recorrer la terminal de punta a punta
buscando un puñetero enchufe porque me han endosado el bonito papel de vigilar
las maletas.
Aún seis horas
para el embarque.
Cuatro para
facturar si Dios quiere.
Acaban de
apagar las pantallas de publicidad y algunas luces.
Tengo frío.
Se me está empezando a dormir el culo.
Guapa, las maletas las cuidaste 20 minutos cuando nos fuimos a comer, no cuando estábamos viendo "El indomable Will Hunting" (en italiano).
ResponderEliminarCon amor,
Vanessa =)